La Conferencia Internacional de Reducción de Daños 2025 “Sembrando cambio para cosechar justicia”, celebrada en Bogotá, Colombia, se convirtió en un espacio vibrante de articulación política, conocimiento situado y acción colectiva. Este año, Metzineres no solo estuvo presente: interrumpió, cuestionó y reimaginó el paradigma global de la reducción de daños.

Desde el primer día, nuestra participación fue poderosa. Silvie Ojeda, nuestra Directora de Comunicación y Defensa, llevó la voz crítica de las comunidades oprimidas en territorios colonizados a la plenaria inaugural: “Desentrañando el Poder: Confrontando el Racismo, el Patriarcado y el Control Colonial”, donde compartió espacio con Sam Rivera como moderador, Alí Bantú Ashanti de Colectivo Justicia Racial, Colombia, Kojo Koram de Birkbeck College, University of London, Reino Unido, y Kokila Annamalai de Transformative Justice Collective, Singapur. Desde el escenario, denunció cómo las estructuras coloniales sostienen la guerra contra las drogas — una guerra que, a través de la militarización, daña, excluye y mata vidas inocentes con un impacto desproporcionado en personas racializadas, empobrecidas, mujeres y comunidades de género expansivo. Su intervención sacudió al público y los desafió a repensar qué cuerpos son considerados dignos de política pública y cuáles permanecen criminalizados.

Ese mismo día, la directora fundadora Aura Roig participó en una sesión paralela organizada por la UNODC, centrada en buenas prácticas que abordan la violencia de género contra mujeres y personas de género expansivo que usan drogas. Con claridad y fortaleza, destacó cómo las respuestas institucionales a menudo reproducen más daño que cuidado, afirmando que la reducción de daños también debe ser una herramienta feminista contra la violencia machista. El martes, Aura intervino nuevamente en un panel central sobre perspectivas de género en la reducción de daños, junto a colegas internacionales como Judy Chang y Wangari Kimemia. Posicionó el enfoque interseccional y comunitario de Metzineres como una alternativa disruptiva a los modelos biomédicos dominantes — uno donde el cuidado es político, colectivo y liberador.

Mientras tanto, Silvie Ojeda participó en una transmisión especial de radio de “Dosis Mínima” organizada por el medio colombiano Mutante, donde enfatizó que más allá de las sustancias, es la exclusión y la pobreza lo que genera discriminación. Minutos después, se unió a “Mujeres Psicoactivas”, liderado por el Instituto RIA de México, donde exploró cómo las políticas de drogas impactan desproporcionadamente a mujeres y personas de género expansivo. En estos espacios, la comunicación se convirtió en un acto radical — donde las experiencias vividas y las reflexiones colectivas resonaron verdades rara vez amplificadas.

Por la tarde, Metzineres participó en dos eventos críticos. En un diálogo organizado por el Gobierno de Colombia y presidido por Alexander Rivera del Ministerio de Justicia, titulado “Reducción de daños de amplio espectro: ¿qué es, cómo se concreta y qué desafíos plantea?”, este espacio fue clave para fortalecer el enfoque social de la Política de Drogas, integrando determinantes sociales, perspectiva de género, interseccionalidad e inclusión. Intercambiamos experiencias que ayudaron a consolidar una política basada en el cuidado, la inclusión y la reducción de vulnerabilidades. Nos reunimos con amigas de largo tiempo como Liz Evans, Inés Elvira Mejía, Sarah Evans, Ester Aranda y Jamel Lazic. Juntas compartimos una visión basada en derechos moldeada por la experiencia vivida y el conocimiento local, afirmando que la reducción de daños no es solo sobre drogas — es sobre vivienda, justicia racial, justicia económica y más. También se enfatizó la limitación de ver la reducción de daños como estrategias aisladas, especialmente considerando que Colombia tiene una rica historia de trabajo comunitario y centrado en las personas. En este sentido, se incorporarán lecciones aprendidas de Europa, sin repetir los mismos errores.

Más tarde, Aura presidió la sesión sobre salas de consumo de drogas donde experiencias de diferentes territorios compartieron ideas para construir estrategias de defensa, alianzas y modelos sostenibles que coloquen a los usuarios en el centro de la toma de decisiones.

El miércoles, Metzineres continuó con una fuerte presencia. En una sesión organizada por IPPF y AWID sobre enfoques feministas en salud y derechos sexuales y reproductivos, Silvie habló sobre cómo nuestra comunidad teje deseo, placer, reducción de daños y soberanía corporal. También presentó datos sobre el impacto desproporcionado de la guerra contra las drogas en mujeres, niñas y personas de género diverso. Finalmente, en una sesión sobre la criminalización y violencia policial contra mujeres negras, Silvie denunció firmemente la violencia sistémica que soportan nuestras hermanas y llamó a una solidaridad radical, activa y comprometida con la vida digna.

Lo que Metzineres aportó a HR25 no fue solo participación — fue transformación. Desafiaron al público a ser más valiente. Exigieron que la reducción de daños realmente signifique inclusión. Recordaron al mundo que el cuidado es político — y que quienes más criminalizados están también son los más capacitados para liderar. En Bogotá, Metzineres no pidió un asiento en la mesa. Construyó una nueva — e invitó a todos a sentarse, escuchar y actuar.

En la Conferencia Internacional de Reducción de Daños 2025, fue profundamente conmovedor ver que todos los premios principales fueran otorgados a mujeres cuya labor incansable no solo ha impulsado el movimiento global de reducción de daños, sino que también ha nutrido y acompañado directamente a Metzineres. La dedicación inquebrantable de Inés Elvira Mejía Motta para construir políticas de drogas inclusivas en América Latina ha sido una fuerza orientadora para nuestra propia incidencia, brindándonos apoyo estratégico y ánimo sincero a lo largo de los años. El liderazgo valiente de Judy Chang, al centrar las voces de las personas que usan drogas, nos ha inspirado a mantenernos firmes y sin disculpas en nuestras demandas de dignidad y derechos. Liz Evans, pionera en el cuidado compasivo, nos ha mostrado lo que significa construir con integridad, empatía y visión a largo plazo—recordándonos siempre que las personas deben estar en el centro. Y Sue Purchase, con su poder desde la base y su compromiso con la hermandad a través de Harm Reduction Sisters, nos ha enseñado la fuerza del cuidado colectivo y el potencial transformador de una reducción de daños feminista en acción. Estos premios son más que un reconocimiento: son un homenaje a las mujeres que nos han levantado, que han caminado a nuestro lado y que nos recuerdan que otro mundo no solo es posible, sino que ya está en marcha.

Te invitamos a ver fotos y videos de este inspirador viaje.

 

 

 

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